¿Qué tal si hablamos de las ideas liberales?

¿Del Liberalismo?

—Eso es algo que suena desfasado, ¿no crees? —dijo Ángela.

—Y se identifica con cierta derecha —afirmó Javier.

—Pues permitidme que os diga que ni lo uno ni lo otro.

—¿Nos lo vas a explicar?, —preguntó Ángela.

—Claro, será un placer. Empezaré, en síntesis, volviendo a la historia, porque es importante ver cómo surgió y qué propugnaba. Unos pensadores del siglo XVIII, partiendo de ideas surgidas siglos antes, alzaron su voz contra el poder absolutista de los gobernantes, ya fuesen reyes, nobles, príncipes-arzobispos, etc., oponiendo a sus privilegios el principio de igualdad entre los hombres; y esto implicaba, a su vez, que la soberanía de las naciones tenía que descansar en el pueblo.

—¿Quiénes fueron esos personajes? —preguntó Ángela.

—Como más significativos citaría los siguientes: en el siglo XVII, Locke, filósofo inglés, que fue uno de los principales impulsores; en la Ilustración del siglo XVIII, Montesquieu, filósofo francés, que planteó la división de poderes, y Kant, filósofo alemán, que combinó el racionalismo con el empirismo; y, prácticamente pisando nuestro tiempo, Rawls, norteamericano del siglo XX, filósofo, profesor de la Universidad de Harvard, que planteó el principio de la justicia como equidad.

—Entonces, se puede decir que defendieron la democracia —dijo Javier.

—Por supuesto, de las ideas de los primeros liberales surgieron dos de las declaraciones de derechos humanos más importantes de la historia: la Declaración de Derechos de Virginia, de 1776, y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789, en la Revolución Francesa; declaraciones que, además, consagraron la división de poderes y la separación Iglesia y Estado.

—¿Por qué se asocia con frecuencia a los liberales con la derecha?, —preguntó Ángela.

—Por lo que yo sé, y conociendo opiniones de doctos en la materia, cabe entender que son varias las razones por las que se pueden asociar ambas tendencias de pensamiento o de actuación política. Diría que la primera es que la defensa del capitalismo propia del liberalismo, devino incompatible con las doctrinas socialistas y comunistas de Marx y otros, que germinaron en el siglo XIX; y, en segundo lugar, que el rechazo del estado intervencionista y controlador de la sociedad, rechazo propio del pensamiento liberal, implicaba una oposición radical a la dictadura del proletariado y a la política socialista y marxista de supeditar las voluntades individuales a la política del partido gobernante. Esta forma de control y dominio de la sociedad chocaba frontalmente con la amplia libertad de todos los ciudadanos defendida por el liberalismo, con el derecho a la propiedad privada y con el tamaño del Estado, que para los liberales debía ser lo más reducido posible, con una mínima intervención en la economía y en las relaciones sociales. Todo esto ha hecho, en mi opinión, que muchos divulgadores de la política o de los medios de comunicación atribuyan a las derechas todo lo que no es de izquierdas, según ellos lo entienden, o lo quieren hacer entender. Aunque, por otra parte, es cierto que actualmente existen corrientes de un liberalismo que podría llamarse clásico, que son marcadamente de derechas, cuyos seguidores rechazan todo lo que huela a progreso y se oponga a las costumbres del conservadurismo más rancio. En mi opinión, quienes se consideren liberales con esos planteamientos, adolecen de graves errores de concepto.

—Viendo las sociedades modernas, parece difícil identificar esas ideas liberales con las ideologías de los partidos políticos actuales, ¿no crees? —dijo Javier.

—Es posible, pero, quizás solo sea en teoría. Yo creo que hay un gran porcentaje de ciudadanos que aúnan principios liberales y socialdemócratas; y que, a la hora de votar, si no se abstienen, optan por partidos de corte centrista, bien sean los que se definen de centro derecha o de centro izquierda.

—Sí, hay mucha gente que piensa lo mismo sobre cómo deben ser las sociedades modernas, —afirmó Ángela, y añadió— pero tengo duda de la línea divisoria entre socialistas y socialdemócratas.

—No sé si te puedo aclarar esa diferencia, si es que realmente la hay. Diría que los socialdemócratas son los modernos socialistas moderados, que defienden el progreso, sin que eso les impida –a algunos– creer y practicar la religión o tener en cuenta ciertos valores que se podrían considerar más propios de ideas conservadoras. En cuanto a sus actuaciones en política y economía suelen ser relativamente pragmáticos.

—Otra cosa son los eslóganes de los partidos, la mayoría de ellos viciados de demagogia —dijo Ángela.

—Así es, pero pasando de ello, la mayoría de los ciudadanos defendemos la democracia, la libertad, la propiedad privada, la familia, las tradiciones, el estado social que protege a las personas, y la progresiva aceptación de las más variadas opciones de vida y las relaciones que de las mismas puedan nacer. Pero al mismo tiempo criticamos la corrupción política, el desorbitado poder de los partidos, y la excesiva carga que supone para la sociedad mantener la gigantesca administración formada por el Estado, las Comunidades Autónomas, las Diputaciones Provinciales y los Ayuntamientos; a lo que hay que añadir las instituciones supranacionales de la Unión Europea, los Tribunales internacionales, etc.   

—Estamos de acuerdo —dijo Javier.

—En mi opinión, quienes piensan de esa forma, deberían de considerarse liberales, superando las viejas corrientes de los principios que informaron la ideología de los partidos clásicos, hoy en franca decadencia por el desencanto al que han abocado a la ciudadanía.   

—No está mal la exposición —dijo Ángela, al tiempo que Javier asentía con un gesto en los mismos términos.

—Creo que ha sido una conversación provechosa. Ahora nos tomamos un vino con una buena tapa y otro día hablamos de lo que os apetezca. ¿Del futuro quizás?

Los tres nos reímos a la vez.

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4 pensamientos en “¿Qué tal si hablamos de las ideas liberales?

  1. Yo, como Javier, digo «estamos de acuerdo», como «la mayoría de los ciudadanos».
    La Justicia Social, nos debería proporcionar la máxima igualdad y equidad, entre las personas, evitando, en todo lo posible, los privilegios.
    Perfecto Paco.

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